La escleroterapia no es una operación, sino un simple procedimiento de inyección, similar a una inyección intravenosa, y no requiere anestesia. Las molestias son mínimas, con solo una ligera sensación de pinchazo de aguja durante el procedimiento. Los pacientes pueden experimentar un leve escozor o ardor durante unos segundos durante la inyección, pero el procedimiento suele ser bien tolerado.